Una de las primeras referencias de la utilización de los colores blanco y verde como símbolos andaluces en la Andalucía ya conquistada -es decir, se trata de una continuidad en el uso de los mismos- la encontramos en el escudo de armas de Diego Fernández de Córdoba, III Conde de Cabra y Alcaide de los Donceles, desde 1483, quien logra hacer prisionero al mismísimo Boabdil en la batalla de Lucena, confiscándole a su ejército 22 banderas, 18 de ellas verdes y blancas, y otras tantas con estrellas de ocho puntas.
Este escudo puede observarse en el altar mayor del convento de Madre de Dios de la localidad cordobesa de Baena, y en uno de los cuarteles del escudo incluso aparece la cabeza del capturado Boabdil, a modo de premio. Toda una síntesis de la trágica historia medieval de Andalucía.
Algunos autores de tendencia historicista, como Manuel Nieto Cumplido, sitúan el origen de la Andalucía actual como nación, y del Andalucismo como movimiento histórico nacional, poco antes de este momento, en el siglo XIII, con la creación de la persona jurídica de la Hermandad General de Andalucía -a raíz de estas victorias militares-, que ostentaba una conciencia nacional y diferencial, puesto que dicha hermandad mantenía relaciones en toda regla de tipo “internacional” con el Reino de Castilla, como un reino extranjero más. Hermandad reunida por primera vez en la hoy localidad de marcada significación andalucista de Peñaflor (Orígenes del Regionalismo Andaluz (1235-1325), Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1979).
Imágenes: Fachada del Palacio de las Dueñas en Sevilla, con el escudo familiar del Ducado de Alba, heredero directo del mencionado anteriormente; escudo del Monasterio de Madre de Dios aparecido en la revista Andalucía en la Historia; y algunas reproducciones idealizadas de las banderas de Boabdil.
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