Umar Ibn Hafsún –u Omar Ben Hafsún- es uno de los personajes más interesantes desde el punto de vista histórico de nuestro país. Muy controvertido tanto en su época como en la actualidad, para unos es considerado un desestabilizador de Al Andalus y contraproducente para los intereses andalusíes tanto internos como en el extranjero, mientras que para otros es el representante más claro del nacionalismo andalusí frente a una élite extranjerizante.
Nacido muladí (musulmán de conversión reciente en pocas generaciones atrás) en Ronda, su familia parece ser que proviene de la nobleza visigoda. Huido a la sierra de Málaga, pronto se convierte en líder de un movimiento contestatario de muladíes y mozárabes (cristianos de la zona musulmana de Al Andalus, o simplemente cristianos arabizados vivieran en el sur o en el norte, según Emilio González Ferrín) de las comarcas cercanas que protestan contra la política emiral cordobesa. Supone un serio peligro para la recaudación de impuestos del estado andalusí, y llega a controlar buena parte de las actuales provincias de Málaga, Almería y Granada, llegando incluso a amenazar a la propia Córdoba.
En el año 889 Ibn Hafsún abraza el cristianismo, adoptando el nombre de Samuel, con el fin de empatizar aún más con la mayor parte de sus seguidores, aunque también le cuesta que parte de sus seguidores muladíes lo abandonen. Finalmente muere invicto el año 919, y es enterrado en la cripta bajo la basílica de Bobastro -su recóndito centro de operaciones y capital de su estado- siguiendo el rito mozárabe. Sus hijos siguen su lucha hasta su derrota definitiva por Abderramán III el año 927, tras cuya victoria se nombra Califa y manda desenterrar los restos de Umar Ibn Hafsún y trasladarlos a Córdoba como trofeo y escarmiento.
Basílica mozárabe de Bobastro y cripta en la que estuvo enterrado Ibn Hafsún.
Maravillosas vistas de la Comarca del Guadalteba desde el yacimiento.
Mapa y escudo de Ardales.