A manera de Himno, A. Rodríguez de León

CORO
Cantemos con fervor,
con íntima alegría
el himno redentor
de nuestra Andalucía.

INTRODUCCIÓN
Con locos anhelos de santa energía
glosemos la vida del pueblo andaluz,
la vida del pueblo, que es sana poesía,
la vida del pueblo, que es honda/ virtud.

Que atruenen los parches de recios/ tambores;
que vibren las claras rotundas/ trompetas,
y un himno al trabajo –que es fiebre/ de amores-
que canten marciales las liras poetas.

Un himno al trabajo –de la vida fuente-
que se ofrece en áureo fulgurar divino:
alcemos la copa y, alzando la frente,
brindemos fervientes, gustemos su vino.

Vino generoso que quema en las venas;
vino generoso de aroma sublime
que inspira las normas augustas y buenas
de la grata vida que salva y redime.

Cantemos gozosos con honda alegría,
el himno perenne de nuestra región;
el himno que es paz, y trabajo, y poesía,
y escudo, y cimera, y emblema, y blasón…

HIMNO
Queremos con ansias augustas y/ fieles
hacer del nativo solar andaluz
albergue glorioso de nobles laureles
y templo eminente de rancia virtud.

Queremos que surja la santa epopeya
de tiempos que fueron de vivo/ esplendor,
y hacer a las gentes de casta plebeya
hermanos de todos por obra de amor.

Queremos humanas y espléndidas/ leyes
dictadas por gracia de amor fraternal;
queremos guerreros, o esclavos, o/ santos o reyes
que den al Trabajo su esfuerzo triunfal.

Queremos que en fiero torrente afluyera
el ansia impulsiva del pueblo inmortal,
y el pueblo, robusto y potente surgiera
de su hereditaria pereza ancestral.

Queremos de egregia, gloriosa cimera
el humo asfixiante que arroja el taller:
¡esa es del trabajo la invicta bandera,
y nadie nos puede con ella vencer!

Queremos la lucha, que los ocios trunque,
cuando se enardecen los toscos caudillos
a los secos golpes que dan sobre el yunque
en rudo concierto los férreos martillos.

Queremos victorias de ricos botines:
la lucha es hermosa; seguro triunfar;
¡que tras el esfuerzo de los paladines
el premio es anhelo de nuevo luchar!

Queremos que todas las fuerzas vitales
nos den su preciada colaboración,
¡y el triste poema de los Hospitales
finalizaría la desolación!

Queremos que todas las tierras que duermen
un eterno sueño de infecundidad,
palpiten ubérrimas al brote del germen:
¡no vive la tierra de su castidad!

Queremos que surquen la mar peregrina
los barcos repletos del oro español,
cual nuncio de gloria, la vela latina
dorada a los besos de oro del sol!

Queremos que nadie, señor o tirano,
tenga abandonada su rica heredad,
queremos que entregue, generoso/ hermano,
la tierra a los brazos que la han de/ cuidar.

Queremos que toda la humana ralea
por leyes admita las del corazón;
y que siempre aliente la encendida idea
de una nueva era de resurrección.

Queremos la vida que el trabajo exalta;
el ocio es molicie; su gozar es falso…
¡Pobres de los pueblos si el trabajo falta;
más cercano tienen que el pan… el cadalso!

Queremos la noble, rica Andalucía
en rumbo ferviente de renovación
queremos que surja, potente y bravía,
del sueño infecundo de su postración.

¡Queremos los timbres de nuestro decoro!
¡Que todos comiencen por sí a elaborar:
unos en las aulas, otros en el foro,
aquel en los campos, este en el hogar…!

FINAL
Y tras del triunfo conseguido a costa
de nobles impulsos de santa ambición,
el alma sublime del gran Joaquín Costa
temblará en la nuestra, de pura emoción.
A. Rodríguez de León
Fuente: Andalucía, Año II, nº 15, Agosto de 1917